miércoles, 26 de marzo de 2014

A 101 AÑOS DEL PLAN DE GUADALUPE

A 101 AÑOS DEL PLAN DE GUADALUPE

Ramón Williamson Bosque
Sociedad Monclovense de Historia, A. C.
Cronista de Monclova

El martes 18 de febrero de 1913, el presidente Francisco I Madero, el vicepresidente José María Pino Suárez y colaboradores leales al gobierno legítimo fueron apresados en Palacio Nacional. Los intrigantes maquinaron un ardid y a ellos se adhirió el Gral. Victoriano Huerta, recientemente, nombrado jefe de armas de la plaza para defender a las autoridades constitucionales. En forma inmediata, este aciago personaje giró un telegrama a todos los gobernadores de la república, para avisar que los mandatarios estaban presos y que el Senado lo había autorizado a  asumir la Presidencia de México. Aunque hubo algunos estados que no vieron adecuadas esas acciones, sólo en Coahuila se hicieron los preparativos legales y bélicos, para contrarrestar la usurpación de poderes y las violaciones al constitucionalismo.

En efecto, Venustiano Carranza, gobernante coahuilense, en cuanto se enteró de la noticia, citó a los diputados locales para explicarles la gravedad del caso; pues, era urgente contrarrestar las acciones contrarias a la legitimidad y al decoro nacional.  Así con prontitud, el día siguiente, miércoles 19, don Venustiano emitió un oficio dirigido a la XXII Legislatura del Estado de Coahuila, una circular para excitar al movimiento reivindicador y un decreto, para desconocer al usurpador Huerta. En este último se plasmaron los dos principios básicos de rechazo a la imposición, que fueron el desconocimiento de Victoriano Huerta, en su carácter de Jefe del Poder Ejecutivo de la República; y, la concesión de facultades extraordinarias a Carranza para organizar fuerzas armadas, listas a combatir a las que sostenían el régimen espurio y coadyuvar a la recuperación del orden constitucional en el país. Asimismo, en ese documento, se incitaba a los gobernadores de las demás entidades y a jefes de tropas federales para secundar las medidas tomadas en Coahuila.

El jueves 20, don Venustiano telegrafió al Senado de la República, para advertir su desconocimiento a Huerta, en base a la autorización concedida por el Congreso de Coahuila. Sin embargo, los integrantes del gobierno impostor tomaron protesta ese día.

Eso no amedrantó a los legisladores coahuilenses y editaron circulares para declarar los actos ilegales violatorios al constitucionalismo nacional. Se editó una circular para excitar al movimiento legitimista y se preocuparon por su difusión. El presidente del Congreso, Atilano Barrera, originario de  Abasolo, entregó copias de ese texto a dos diputados sonorenses, Roberto V. Pesqueira y Adolfo de la Huerta, el primero de la legislatura federal y el segundo miembro del órgano legislativo local de Sonora, procedentes de la ciudad de México. Ellos pasaron por Estación Monclova, el 21 de febrero de 1913, con intención de dirigirse a su entidad, iban temerosos de ser víctimas de las tropelías cometidas por el usurpador Huerta, en los días del cuartelazo. En esa localidad ferrocarrilera, los diputados solicitaron una conferencia telegráfica a Saltillo, con el gobernador Carranza, quien no contestó en forma personal; sólo mandó decirles que, ya se había dirigido al gobernador de Sonora, José María Maytorena, animándolo a cumplir su deber cívico y en caso de que no diera respuesta afirmativa, los diputados debían iniciar el movimiento armado en su estado. Éstos contestaron en forma positiva, quedando a las órdenes del movimiento encabezado por Carranza, del cual ya estaban enterados. Don Venustiano agradeció la disposición patriótica de esos legisladores.

Ese viernes 21, el Cónsul de Estados Unidos en Saltillo, Philip Holland, acatando instrucciones del embajador Henry Lane Wilson, visitó a Carranza para persuadirlo a reconocer a Huerta. Existe confusión si el intérprete, señor J. L. Silliman, no entendió bien lo declarado o si el gobernante expresó algo ambiguo, con el propósito de aventajar tiempo en los preparativos para su lucha. El caso fue que Silliman telegrafió, para reportar que el gobernador estaba conforme con el nuevo gobierno. 

La noche del sábado 22 de febrero de 1913, se consumó el magnicidio perpetrado en forma confabulada y cobarde. El domingo, la población capitalina  despertó sobresaltada por la infausta noticia, sin creer las versiones oficiales pueriles de los sucesos. Como pólvora encendida, la nefasta novedad cundió por todo el territorio nacional y más allá de las fronteras.

Entre los mexicanos, imperaba la necesidad de lavar la vergonzosa deshonra; esa misma fecha, el Gobernador de Coahuila vistió el traje de campaña, montó un magnífico caballo azabache, salió de Saltillo y se dirigió a Ramos Arizpe; ahí, dictó un telegrama al presidente Taft, para expresarle el injustificado reconocimiento que el mandatario estadounidense acababa de hacer al gobierno emanado de la traición y el crimen.

Carranza regresó a Saltillo, para dar disposiciones a sus subalternos y salió con doscientos hombres al mando de Luis Garfias y Francisco Coss, rumbo a Monclova, donde ya estaban Jesús Carranza y Cesáreo Castro, procedente de Torreón; entretanto, Pablo González, marchaba de Meoqui, Chih. al punto señalado y fuerzas dispersas dejaban diversas estaciones de ferrocarril, entre Saltillo y Piedras Negras, al ser concentradas por Lucio Blanco y Francisco Sánchez Herrera.  

Carranza pasó revista a las fuerzas de Garfias, Jacinto B. Treviño, Aldo Baroni y Alejo González, el 22 de febrero; además, envió a los diputados locales a Monclova. La madrugada del 25, volvió a Saltillo, donde recibió presiones de gobernadores de otros estados y amigos personales, para que desistiera de sus intentos de rebelión. Contrario a esas sugerencias, él giró órdenes a sus seguidores para prepararse a una larga lucha y  bloquear las comunicaciones utilizables para el ejército federal. Mientras, su gente siguió concentrándose en Monclova.

El caudillo seguía con sus preparativos en su jurisdicción; él estuvo en Arteaga del 27 de febrero al 3 de marzo, con el propósito de volver a Saltillo, cuando fuera necesario y escuchar propuestas de representantes del nuevo gobierno. De ahí, pasó a Ramos Arizpe y el 5, salió al norte. Ya entonces, había conseguido un empréstito de $300,000.00 pesos de diferentes bancos de Coahuila y Nuevo León.

Con amigos leales de don Venustiano, al mando de soldados entusiastas, pero inexpertos y con poca preparación, se integró el grupo naciente de constitucionalistas, quienes fueron sorprendidos por el ejército federal en Anhelo, el 7 de marzo. En ese primer enfrentamiento los revolucionarios huyeron en desbandada. Y aunque, volvieron atacar a los federales, nuevamente, fueron rechazados. Entonces, por la vía del tren, siguieron a Monclova. Ahí, del 8 al 16 de marzo,  Carranza preparó la contraofensiva. 

El jefe revolucionario volvió al sur y en Ramos Arizpe fue informado de una próxima llegada de un destacamento militar huertista. Él protegió a su gente en la sierra de Arteaga, donde les dio instrucciones estratégicas. Atacaron la pequeña guarnición del gobierno de Saltillo, pero la llegada anunciada de tropas del gobierno, los obligó a retirarse por el camino a Monclova.

Las fallas en los ataques bélicos empezaron a desanimar a los rebeldes; entonces, se decidió imponer una guía general política. El atardecer del 25, llegaron a hacienda de Guadalupe; el día siguiente, 26 de marzo de 1913, firmaron un pacto con el Gobierno Constitucional de Coahuila y el pueblo mexicano, mancillado por la usurpación, lo llamaron Plan de Guadalupe.
 
Ese plan era un manifiesto a la nación y constaba de siete artículos para rechazar a las autoridades espurias de los poderes ejecutivo y legislativo, así como a los gobiernos estatales, que continuaran reconociendo a  esos mandos federales; así también, se acordaba crear un ejército restaurador del constitucionalismo, para cumplir con esos propósitos patrióticos. Esta bandera fue enarbolada por don Venustiano Carranza para tomar las armas, al convocar a demás estados a secundar su plan, con el objetivo de reinstalar la legitimidad en México.







                                                                                                                                              



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