A 235 AÑOS
DEL NATALICIO DEL GRAL IGNACIO ALLENDE,
PRÓCER DEL
MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA
El 21 de enero de 1769, nació José Ignacio de Allende y
Unzaga, en San Miguel el Grande, intendencia de Guanajuato, hoy llamada San
Miguel de Allende, en su honor. Su padre fue un rico comerciante y hacendado,
pero él prefirió hacer carrera militar e
ingresó al ejército virreinal. A los veintitrés años de edad, tuvo su primer
hijo, llamado Indalecio, acribillado en la emboscada en Baján, éste nació fuera
de matrimonio.
En 1794, se organizó el Regimiento Provincial de Dragones de
la Reina en su pueblo natal, al que se unieron Allende, Juan Aldama y Mariano
Jiménez. Allende recibió varias
comisiones y destacó en una campaña en Texas, en contra de un aventurero contrabandista,
en 1801, acciones que le valieron su ascenso a capitán. Llegó a estar al mando
del Regimiento de Dragones de la Reina; luego, fue concentrado en la ciudad de
México, Jalapa y El Palmar (Sonora), lugares donde se comunicó con liberales y
masones, que le transmitieron sus pensamientos independentistas.
Regresó a su tierra en 1809, año que manifestó sus
inquietudes por derrocar al régimen virreinal, al participar en conspiraciones,
contrarias al gobierno español, perturbado por la invasión napoleónica. Historiadores
aseguran que concurrió a Valladolid a colaborar con José Mariano de Michelena y
José María García Obeso, para levantarse en contra de las autoridades de la
Nueva España, pero sus intentos fueron fallidos al ser delatadas sus juntas; luego,
no tardó en organizar reuniones con simpatizantes de un movimiento de
independencia, en su nativo San Miguel; posteriormente, motivó otras asambleas
en Celaya, San Felipe y San Luis Potosí.
Invitó al cura don Miguel Hidalgo a unirse a los
conspiradores de Querétaro, reunidos en la casa del corregidor don Miguel
Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz de Domínguez, quienes hicieron
preparativos para un levantamiento, en octubre de 1810. Pero, ellos fueron
delatados y el alzamiento se precipitó, la madrugada del 16 de septiembre, por
decisión tomada por Hidalgo y en Dolores, convocó al pueblo a tomar las armas. Allende
organizó tropas de infantería y caballería adiestradas. Pronto, se les unieron
numerosos adeptos a la causa insurgente, no bien armados, pero entusiastas y desarrollaron
una campaña exitosa en el Bajío. En Celaya, Allende fue nombrado teniente
general; pronto, en Ácambaro, se le
proclamó capitán general. A la vez,
Hidalgo fue elevado como generalísimo de la causa libertaria. Gracias a las
tácticas militares de Allende, después de un enfrentamiento de intenso combate
en contra del ejército virreinal, los insurgentes obtuvieron un glorioso
triunfo en el monte de Las Cruces, próximo a la ciudad de México, bastión valioso
que Hidalgo no decidió atacar, a pesar
de las recomendaciones de Allende.
Posteriormente, la persecución del brigadier Félix María
Calleja en contra de los rebelados, les infringió pérdidas consecutivas, hasta
que las tropas de Hidalgo y Allende tomaron rumbos distintos y volvieron a
unirse para resistir la batalla decisiva en Puente de Calderón, punto próximo a
Guadalajara, donde fueron derrotados y decidieron marchar al norte. Primero,
dieron orden a Jiménez de adelantarse, hasta que ocupó Saltillo, donde esperó a
sus compañeros.
El grueso de la tropa emprendió su marcha a Aguascalientes; y
en una hacienda del camino, Hidalgo dimitió del mando y Allende fue reconocido
generalísimo de las tropas insurgentes. Luego, continuaron a Zacatecas, Salinas
El Venado, Charcas, Matehuala y Saltillo.
De ahí, en contingentes desorganizados, cruzaron accidentados
parajes áridos y desoladas rancherías, escasas de agua, necesarísima para
abastecer a personas y bestias, hasta que fueron sorprendidos en Norias de
Baján. Poco a poco, conforme daban vuelta a una loma del desértico camino, los
pequeños grupos fueron sorprendidos y apresados. Vencidos por el cansancio,
agotados por la sed y desconcertados por la impresión nefasta, los insurgentes
fueron cayendo, prácticamente, sin oponer resistencia alguna.
En modo interrumpido, pequeñas partidas militares y coches,
en los que viajaban mujeres y jefes, avanzaba la columna insurgente; en el
quinto vehículo, venía Allende y fue el único quien disparó contra los
agresores, éstos respondieron con una descarga, que ocasionó la muerte de su
hijo Indalecio y una herida grave al general Joaquín Arias. Esto sucedió el 21
de marzo de 1811.
Los caudillos y las tropas aprehendidas fueron llevados a
Monclova, donde fueron ejecutados unos oficiales de grado menor, los cabecillas
fueron trasladados a Chihuahua, para ser juzgados. Un grupo de clérigos fue mandado a Durango
Ignacio Allende fue juzgado por insubordinación y fusilado el
26 de junio de 1811. Su cuerpo fue
decapitado y su cabeza colgada en una de las esquinas de la Alhóndiga de
Granaditas, en Guanajuato, como las de sus compañeros de lucha, para
escarmiento de los rebeldes contrarios a la corona de España. Hasta 1821,
cuando sus restos fueron inhumados con honores, como héroe de la patria;
posteriormente, se llevaron a la Columna de la Independencia, en la capital del
país.
R.
W. B.
20 / I / 2014
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