jueves, 17 de abril de 2014

A 101 AÑOS DE LA CONVENCIÓN DE MONCLOVA

A 101 AÑOS DE LA CONVENCIÓN DE MONCLOVA
                                                                                                                        Ramón Williamson Bosque


“Se ve pues, que la fecha que debía conmemorarse no es la del 26 de marzo, sino la del 18 de abril (Convención de Monclova), como aniversario del Plan de Guadalupe, ya que fue entonces cuando tomó forma y se consideró seriamente el proyecto, que habían suscrito algunos ayudantes o amigos del señor Carranza”. Esto lo escribió Adolfo de la Huerta, ex presidente de México y firmante del convenio de Monclova, como representante de los poderes ejecutivo y legislativo de Sonora, el 18 de abril de 1913. Su conclusión la plasmó en sus Memorias, después de haber considerado que el Plan de Guadalupe “…. no era más que un proyecto de algunos jóvenes ……para orientar en ese sentido la opinión a fin de que prevaleciera en la convención, pero no era un documento formal …….. Tal proyecto no podía tener la aprobación de Carranza, ni su aceptación de la primera jefatura, cosa que, por otra parte, hubiera sido inoportuna, ya que no había sido efectuada la convención en la que habría de señalarse primer jefe…….”.  

Durante los días de la Decena Trágica, Adolfo de la Huerta y Roberto V. Pesqueira pasaron por Estación Monclova; en ese entonces, el primero era miembro del congreso local de Sonora y el segundo era legislador federal. Ellos habían abordado el tren en la ciudad de México, con dirección a su entidad. Iban temerosos de ser víctimas de las tropelías cometidas por el usurpador Huerta, en contra de quienes se opusieran a sus designios.

Estos diputados sonorenses recibieron una circular emitida por el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, para excitar a un movimiento legitimista contra la acción usurpadora, lucha con la que ambos simpatizaban. En la estación ferroviaria mencionada, los legisladores solicitaron una conferencia telegráfica a Saltillo, con el gobernador Carranza, quien no contestó en forma personal; sólo mandó decirles que, ya se había dirigido al gobernador de Sonora, José María Maytorena, animándolo a cumplir su deber cívico y en caso de que no diera respuesta afirmativa, los diputados debían iniciar el movimiento armado en su estado. Éstos respondieron quedar a las órdenes del movimiento encabezado por el mandatario coahuilense. Don Venustiano agradeció la disposición de los sonorenses.

En cuanto se conoció la noticia del magnicidio perpetrado en contra del Presidente, Madero y del Vicepresidente, Pino Suárez, el pueblo mexicano se indignó y protestó, como en varios municipios de Sonora, donde hubo alzamientos armados. Sin embargo, las autoridades no se atrevían a interpretar, en forma abierta, el sentir popular; tal fue el caso de Maytorena, quien procuró aminorar la situación de intranquilidad en su jurisdicción y en forma cómoda, reconoció a los nuevos poderes implantados, en la nación. Carranza envió a su colaborador, Alfredo Breceda, para conferenciar con el mandatario sonorense, sin poder convencerlo de comprometerse a reivindicar el orden constitucional. Empero, presiones internas en ese estado, lo obligaron a desaparecer de la escena política, solicitó licencia a su  congreso pretextando motivos de salud y cruzó la frontera para dirigirse a Arizona.

Entonces, la legislatura del Estado de Sonora nombró gobernador provisional a don Ignacio L. Pesqueira. Éste convocó a sesiones extraordinarias al congreso estatal, el 3 de marzo, para analizar los sucesos trágicos de los ejecutivos federales en la capital del país y la forma irregular de cambios de poder; así como, para considerar los levantamientos  registrados en esa entidad. Dos días después, 5 de marzo, se decretó una ley para desconocer al régimen de Victoriano Huerta en esa entidad. 

En seguida, Pesqueira reorganizó la administración pública. Quitó el mando de tropas federales, al comandante en turno y confió las operaciones militares al coronel Álvaro Obregón, quien regresaba de reprimir una invasión de orozquistas, levantados contra Madero. Además, hubo designaciones de otros cargos en el ejército sonorense, para controlar diversas regiones de esa demarcación. El 8 de marzo, después de un breve enfrentamiento, Obregón tomó la plaza fronteriza de Nogales e hizo huir a los jefes federales al país vecino.

Ya para entonces, Carranza había ordenado acuartelar fuerzas irregulares de Saltillo en Monclova, comandadas por Luis Garfias y Francisco Coss, mismo punto a donde se dirigían las tropas de Jesús Carranza y Cesáreo Castro, procedentes de Torreón; de igual modo, Lucio Blanco y Francisco Sánchez Herrera fueron concentrando fuerzas dispersas de diversas estaciones de ferrocarril, para acudir a ese sitio; así como Pablo González, quien había salido de Meoqui, Chih. Dado que los regimientos federales ocupaban Monterrey, San Luis Potosí y Torreón, la región de Monclova, un poco más alejada, se consideraba sin peligro mayor. 

La madrugada del 25 de febrero, Carranza regresó a Saltillo, donde encontró una serie de peticiones escritas para tratarlo de convencer de reconocer al nuevo gobierno y el cónsul norteamericano le expresó que, el presidente de los Estados Unidos, ya había aceptado a los poderes huertistas. Inclusive, tropas federales de Monterrey fueron desplazadas rumbo a Saltillo, para advertir un ataque, en caso de permanecer en rebeldía. Como respuesta a este cúmulo de presiones, don Venustiano envió un telegrama al presidente estadounidense, William H. Taft, para reprochar su actitud de reconocimiento del gobierno espurio, ya de regreso en Ramos Arizpe, la noche de ese mismo día.  

El 26, el gobernador regresó a Saltillo, para despedir a su esposa e hijas, quienes viajaron a San Antonio, Texas; él regresó a Arteaga, donde permaneció hasta el 3 de marzo. De ahí, pasó a Ramos Arizpe y el 5, siguió al norte. Traía la intención de establecerse en la hacienda de Anhelo, donde acampó el día 6. El día siguiente,  sus fuerzas fueron sorprendidas por un destacamento federal. Los constitucionalistas huyeron en desbandada, para luego tomar el camino a Espinazo y reunirse con don Venustiano. Éste ordenó atacar la hacienda, pero sus posesionarios los rechazaron y  desanimados se dirigieron al norte.  

Carranza regresó al sur y en Ramos Arizpe recibió el aviso de la aproximación de un convoy de tropas federales procedentes de San Luis Potosí, para tomar Saltillo. Los constitucionalistas se resguardaron en la sierra de Arteaga y planearon su ataque, que duró dos días, pero no estuvieron bien coordinados y refuerzos federales llegados de Torreón hicieron retirar a los rebeldes, otra vez a Monclova. Estos descalabros militares reflejaban la mala organización de los alzados y algunos pensaban en desertar.

Un día después de esa retirada, 24 de marzo, una columna federal atacó a los sublevados en Mesilla, punto próximo a Paredón. Esa acción provocó desorden en los atacados y su jefe, con su terquedad característica, mostró torpezas estratégicas de ataque; por eso, sus amigos militares llegaron a sugerirle se abstuviera de sus tácticas ofensivas. Esas sugerencias fueron tomadas en cuenta por el líder del grupo, ya con muestras de desmembrarse. Sus pensamientos los encauzó a buscar una guía política de unificación de objetivos, bien expresados y el atardecer del 25 de marzo, llegaron a la hacienda de Guadalupe. Don Venustiano se encerró en la oficina de raya con su secretario, Alfredo Breceda, para madurar y estructurar su idea.

El 26 de marzo de 1913, los jefes y oficiales acompañantes fueron llamados para firmar un pacto, con el Gobierno Constitucional de Coahuila y con el pueblo mexicano, por lograr la restitución del orden legal en el país y el triunfo del constitucionalismo. Ese pacto llegó a denominarse Plan de Guadalupe, chispa para incitar a los inconformes con la imposición huertista.  

Cuando se dio a conocer ese acuerdo firmado por coahuilenses, se levantó una gran inquietud en todo el país y en las juntas revolucionarias texanas, que permanecían en San Antonio y en El Paso. En esta última, se encontraba el Dr. Samuel Navarro, quien había sido diputado en Chihuahua, durante el periodo del gobernador Abraham González, pero luego fue depuesto. El Dr. Navarro se trasladó a Estación Monclova y se presentó al mandatario coahuilense, el 1 de abril de 1913, para proponerle una reunión con delegados de Coahuila, Chihuahua y Sonora, con objeto de intercambiar opiniones sobre el movimiento en ciernes.

Carranza cedió a Alfredo Breceda la representación de Coahuila y lo comisionó  para que se entrevistara con los gobernadores de Sonora y Chihuahua. En principio, no hubo acuerdos, pero aceptaron reunirse con don Venustiano, personalmente. El congreso y el gobernador sonorenses designaron al diputado Adolfo de la Huerta, como representante de ese estado, para discutir opiniones y tomar acuerdos en Coahuila. De la Huerta telegrafió al gobernador coahuilense, para avisarle que él era comisionado legítimo de Sonora; por su parte, Carranza le solicitó que se entrevistara en El Paso con su sustituto Breceda. Entonces, se presentó ante éste, acompañado de Roberto V. Pesqueira, hermano del gobernador interino.

Primero, se convocó a una junta en Piedras Negras, pero luego la sede fue cambiada a Monclova. Aquí, regresó Breceda acompañado  de Pesqueira y de De la Huerta, quienes fueron presentados al gobernador de Coahuila, el 16 de abril; en seguida, llegó el Dr. Navarro, delegado de Chihuahua.

Alfredo Breceda estuvo haciendo reflexiones, basadas en las circunstancias que observaba y posteriormente, las registró en su libro “México Revolucionario”. Él consideraba que, en Coahuila y Sonora imperaban circunstancias diferentes. Mientras, el primer estado tenía el poder ejecutivo fuera de su capital, contaba con pocos recursos y el líder revolucionario era perseguido por la federación para sofocar su atrevimiento; el segundo tenía un mandatario constitucional, asentado en su sede, operando en forma normal y con un ejército de cuatro mil hombres, bien equipados. Por eso, escribió: “Era indispensable, era necesario……sobretodo y ante todo el reconocimiento del Plan de Guadalupe por el Estado de Sonora….”

El día siguiente de su llegada, los delegados visitantes  fueron invitados a cenar por don Venustiano en una casa particular, cercana al Hotel Internacional de Estación Monclova. De la Huerta y Carranza platicaron esa noche hasta la madrugada, sobre asuntos varios, en los que no mostraron afinidad de pensamiento.

No obstante, lo fundamental de la reunión en Monclova era escoger al dirigente del levantamiento armado y el 18 de abril, eligieron a don Venustiano Carranza; desde entonces, lo llamaron Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. En seguida, se realizó un intercambio de opiniones, después se redactó el acta, que inició de la forma siguiente: “En la estación de la ciudad de Monclova (Coahuila), a los diez y ocho días del mes de Abril de mil novecientos trece, reunidos los ciudadanos Roberto V. Pesqueira, Adolfo de la Huerta, delegados debidamente caracterizados por el Poder Ejecutivo y Legislatura de Sonora, respectivamente; el C. doctor Samuel Navarro, delegado por la Junta Constitucionalista de Chihuahua; el C. Alfredo Breceda, delegado por el Gobierno del Estado de Coahuila, y el C. Gobernador Constitucional de esta Entidad, D. Venustiano Carranza, se procedió a la exposición y resolución de los puntos que a continuación se expresan: …….”. En el primero, se mencionó la junta celebrada en Agua Prieta el 7 de abril, cuando se acordó la encomienda de recoger las impresiones de los gobernadores de Sonora y Coahuila, así como de los jefes militares defensores de la Constitución, esa recopilación informativa fue motivo de celebrar la reunión en Monclova; en el segundo, se expusieron los acuerdos del Plan de Guadalupe; en el tercero, los delegados de Sonora y Chihuahua manifestaron su adhesión al plan referido; en el cuarto, se acordó que Roberto V. Pesqueira pasase a Washington, como agente confidencial, con el nombramiento expreso de don Venustiano Carranza, para que tomara las acciones que más convinieran al movimiento; y en el quinto, una vez resueltos los puntos citados, para su debida constancia, se acordó levantar acta, para ser leída y suscrita de conformidad por los concurrentes citados. 

Acto seguido, el señor Carranza firmó lo acordado en el Plan de Guadalupe, secundado por los representantes de Sonora y Chihuahua, convenio levantado en el mismo lugar, Cuartel General de Monclova, esa misma fecha, 18 de abril de 1913. Se entregaron copias de este escrito a los delegados sonorenses, para que las mostraran al gobernador, al Congreso y a jefes militares de su estado. Pesqueira y De la Huerta se despidieron en forma muy cordial de los coahuilenses y regresaron a su entidad. Esto satisfizo mucho a Alfredo Breceda, pues sabía que Sonora contaba con un verdadero ejército y con experimentados jefes militares, que garantizaban un triunfo para la causa recién iniciada.

Más tarde, Breceda expresó en forma enfática: “Después de producir los anteriores documentos (Plan de Guadalupe y Convenio de Monclova), el triunfo definitivo de la Revolución podía considerarse, como un hecho consumado; pues ya Carranza contaba en Sonora con un verdadero ejército y con jefes de honor, que sabrían respetar, en todo momento, sus compromisos para con él, además de que irían hasta la victoria definitiva….”.

De esa forma, el movimiento constitucionalista se consolidó con la adhesión expresa de esos dos estados. Así, ya no estaba tan aventurado el proyecto de enfrentamiento al poderoso ejército federal, malévolamente, arrebatado por Victoriano Huerta, quien se vio obligado a renunciar, el año siguiente de su usurpación; pues, aunque ésta apareció como amenaza prepotente, el rechazo popular fue creciendo, hasta poder lavar la deshonrosa afrenta cometida en contra de la legitimidad nacional.